ALGUIEN DIJO UNA VEZ...
La oración es un camino.
Orar es una gran aventura y un gran misterio que todo cristiano debería vivir
con intensidad. Orar es acercarse a Dios para entablar un diálogo amoroso. Orar
es amar, reír, llorar, soñar, pero también es comprometerme, responsabilizarse,
confiar, esperar...
Orar no es pasar un
rato tranquilo en que pienso en mis cosas, en mis problemas, en la gente que
quiero. Tampoco es una receta contra la "depre", ni una "pastilla" que me
permita dormir tranquilo. Orar no es pedirle a Dios que me dé lo que me toca de
la "herencia", por ser su hijo; no es jugar con Dios a través del " si me
apruebas los exámenes, te pongo dos velas"; Orar no consiste en buscarme
justificaciones a las cosas que hago bien o mal; orar no es culpabilizarme de
todo lo que pasa a mi alrededor.
Orar es querer encontrarse con Dios, es vivir por los demás; orar es huir
de los falsos sueños pero vivir por la utopía del Reino de Dios; orar es desear
buscar dentro para sacar fuera y compartir con los demás; orar es investigar
en lo profundo de mi personalidad; orar es entregarse.
La oración es un don y una gracia que nos concede Dios y que hay que
pedir insistentemente. Por ello es tan importante la disposición interna y
externa. Debemos disponer toda nuestra persona para este encuentro con Dios a
través de la oración. Para ello es necesario hacer como si todo dependiera de
mi, pero al mismo tiempo sabiendo que todo viene de Dios.
Os animo a que poco a poco os vayáis sumergiendo en esta estupenda
aventura que supone la oración. Y os aseguro que no os arrepentiréis de haberla
comenzado.
NOY HAY CAMINOS PARA LA
ORACION, LA ORACIÓN ES EL CAMINO